El sendero de la Conciencia

      Dejemos que Michael Brown nos lo describa:
    “El sendero de la conciencia es muy fácil de identificar cuando se observa el desarrollo normal de un niño recién nacido. En primer lugar, el niño llora (emocional); luego aprende a hablar (mental), y sólo entonces aprende a caminar (físico). Así pues el sendero de la conciencia va:
            De lo emocional a lo mental, y de lo mental a lo físico
    
En el vientre de nuestra madre (durante 9 meses) un campo vibratorio va estructurando toda nuestra realidad física y psicomental.
    Al salir del vientre de nuestra madre, somos básicamente seres emocionales. Lo único que somos capaces de hacer es emocionarnos instintivamente. No disponemos de un lenguaje verbal para identificar nuestra experiencia, ni disponemos de las habilidades motrices para participar físicamente en nada.
    La entrada en el siguiente estadio del sendero de la conciencia, es decir, en la esfera mental, tiene lugar cuando aprendemos a utilizar deliberadamente nuestras emociones (no sólo las instintivas) para conseguir un resultado concreto, es decir, utilizamos el llanto o la sonrisa como un instrumento de comunicación para manipular conscientemente nuestra experiencia vital, dejamos de ser puramente emocionales para participar mentalmente en nuestra experiencia. La entrada en la esfera mental se concreta cuando aprendemos la primera palabra.
    Ser capaces de nombrar aquellos aspectos de nuestra experiencia que reconocemos, demuestra que se ha abierto la puerta a la siguiente fase del sendero de la conciencia: la fase física. En el momento de ponerle nombre a algo, es porque vemos no tanto su aspecto emocional (deseable, necesario o rechazable) como su aspecto de materia sólida, de objeto. Gateamos curiosamente hacia aquello que hemos nombrado para tener un encuentro personal con él. Este movimiento hacia fuera de nuestra atención y nuestra intención, es lo que nos saca de la pura experiencia emocional y mental hasta el tercer estadio del sendero de la conciencia: la esfera física.    

    Cada una de estas fases se producen en un ciclo de 7 años. Durante los primeros 7 años se desarrolla la esfera emocional, quedando prácticamente detenida (ese horizonte marca nuestro nivel de madurez colectiva actual) al entrar en la esfera mental.     

    De los 7 a los 14 años en la que se nos enseña a dominar mentalmente los fundamentos de nuestras habilidades comunicativas: hablar, leer y escribir.

     Desde los 14 años y hasta los 21, hay cambios hormonales que nos invitan al aprendizaje de la esfera física: la atracción de los sexos, la apariencia física. Se intensifica el desarrollo de nuestra relación con el mundo físico externo y, también, durante este ciclo, nos sentimos atraídos y rechazados por otros seres humanos.
    El Proceso de la Presencia, nos mostrará que el primer ciclo de 7 años de nuestra infancia, el ciclo emocional, es el punto causal de todas nuestras experiencias desagradables del presente. Todas esas improntas emocionales no integradas se iran activando con el paso de los años, construyendo nuestro drama personal."

 

 

 

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